El autor del libro despliega un hilo temático secuencial, bien acomodada una cosa con la otra, incluyendo todo lo relevante para el argumento o conocimiento que se quiere entregar. Todo estaba ahí, en el papel, en el objeto bien delimitado, libro. Una entrega con un principio, un hilo conductor y un fin.
Hay un tema además con las credenciales, los títulos, las certificaciones, esa etiqueta que le confiere a alguien el juicio de que de eso, sabe. Escribir libros da puntos, lo mismo que escribir papers. Las instituciones establecidas y aceptadas por cierta autoridad y por la comunidad, tienen la autoridad para conferir títulos, credenciales. Este tipo sabe, lo dice tal institución. Hay un negocio ahí también. El valor, social y económico de la credencial, difiere según la institución que la confiere, autoridad que se ha ganado de alguna manera.
Antiguamente el conocimiento era el resultado del esfuerzo que hacía el hombre de entender como estaba hecho el mundo que Dios había construido, era una aproximación a la obra de Dios, por eso las bibliotecas tenían cierta semejanza con iglesias. Hoy ya no hablamos así del conocimiento.
Ahora es la Internet la que se ocupa de todas estas cosas. Y es un medio diferente, pues se libera de las restricciones materiales del libro e implementa con la ayuda del hipervínculo, la conexión instantánea, a cero costo, con cualquier material que un texto quiera referenciar.
David Weinberger |
Las restricciones del libro mismo, la biblioteca en que se estaba, o lo que los recursos permitían comprar, se acabó. Todo el conocimiento a nivel planetario, enlazable, accesible.
Y otra cosa, señala el artículo entrevista a David Weinberger, en la red habrán opiniones divergentes, ingrediente que favorece enormemente el desarrollo y la expansión del conocimiento. Por eso, nos encontramos frente a una etapa de cambios fundamentales, incluso en la naturaleza del conocimiento.
Puedes ver el artículo original en este hipervínculo.
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